Fumaba la vida. La aspiraba como si fuera un cigarrillo. Se embriagaba con sueños bajados de la modorra de momentos . Su sexo ya no era el mismo. El otoño lo había adormilado. ¿De qué valen los números? Si cada vez que los recordamos nos sentimos machucados como la fruta que madura demasiado. Necesitaba algo más para volver a ser ella nuevamente y dejarse crecer las trenzas de adolescente, mientras se imaginaba un futuro como aquel verano... ¿Pero cómo se recrean las ganas, cuando lo que se ve está usado? No hay sorpresas de regalo, ni papel celofán que envuelva lo que ya es de segunda mano . Vos la pasión que me sigue. Yo la loca de siempre. Y así nos vamos formando de pequeños pedazos, donde hay un hoy bueno , y un futuro que no es más que el hoy que tenemos... ©