Vistas del blog

¿Qué tenés que hacer el resto de tu vida?




Bajó  del tren.  En el bolsillo de su vestido: La tarjeta. El guión de una historia que podría vivir, o simplemente olvidar.  En sus labios, el gusto que dejó ese: ¿Qué tenés que hacer el resto de tu vida?  ¿Podés llamarme, por favor? ¿O te llamo?  Y mientras camina, siente una humedad  que se trepa desde abajo hasta sus mejillas . Un hombre sin historia para descubrir, un espejo erótico que devuelve con creces, el aroma que desprenden sus poros en exquisita alerta.  Basta recordar aquel roce y el corazón galopa!!!! sólo habla la piel en medio de un vértigo que nace de dos urgencias...  Recrea el encuentro ¿Esperará a que él la llame? O lo llamará a escondidas de ella con esos miedos y esas ganas que hace mucho  tiempo no sentía...